Hoy por hoy


Autor: José Luis Tejada
Edición: Angel Caffarena
Depósito legal: MA.395-1966


Selección de poemas:


Loco con el mismo tema

Amigo Antonio Machado: 

la España que tú querías 

todavía no ha llegado.

Sabe Dios si llegará. 

Por hoy nos la están llevando 

loca de acá para allá.

Dicen los entendedores 

que no hay problema en España, 

que son problemas menores.

Yo sólo te sé decir 

que el porvenir todavía 

sigue estando por venir.

Que está igual todo y cambiado 

sin Problema y con problemas, 

amigo Antonio Machado.

Lo Peor

No se trata de extraños; es la misma familia.
Ni animales ni monstruos ni marcianos.

   

Hombres como vosotros y yo, niños, mujeres,
tan inmortales como el Cristo mismo,
sencillamente pasan hambre.

      

Nadie es poeta porque nadie sabe
gritar este delito de manera
que nunca más en paz alguien respire
mientras tal guerra siga
sin siquiera empezar.
Nadie es poeta, mienten
los que así se llamaron, nos llamamos.

    

Ahora sí que quisiera
ser uno ese cantor nunca nacido
que arrancara los montes
al solo golpe de la voz ungida.

    

Ahora sí que se añora
la página infinita de los hielos,
la garra columbina del Paráclito
y la tinta más agria que haya sido
para, debidamente,
según nos urge el caso y sus dolamas,
extraer de los odres abastados
la miga imprescindible con que llegar a tiempo
antes que doblen tantos más.

     

Y es que, mientras hablamos, van cediendo;
mientras dudamos, siguen abatiendose
definitivamente los dormidos
puros, indespertables. Mientras vamos
bebiendo y bostezando nosotros, ellos siguen
cerrando el abanico de sus sombras
a cero y menos grados con la tierra.
Esta, sin más pinturas,
es la ardua realidad.

    

Y frente a tanto hierro de frontera,
gangas de más y abusos de cocina,
frente a las llaves de las arcas todas
sólo la palanqueta, la ganzúa
derecha del amor -nadie se engañe-,
puede aún salvarnos.
La familia total por parte de la sangre
unamente sentida en tres colores,
blanca, negra, amarilla, solamente
esta viejísima herramienta, sigue
apenas esgrimida, potenciosa
más a medida que es mayor el duelo,
tamaña como el hueco en derredor.

    

Que cada quién redima la indigencia
que alcance con las puntas de las manos
abiertas como estrellas, y sepa que es tan suya,
tan propia como el nombre de pila, esa desgracia
que tomó por ajena
en un instante de vergüenza o miedo.

    

Luego hablaremos de otras muchas cosas,
todas ellas menores...