 
    
    ISBN: 978-84-8472-526-8
    Depósito legal: S.1.257-2010
    Editorial: Renacimiento Sevilla 2010
A continuación se han incluidos los últimos estudios que promovió la Fundación José Luis Tejada. El primero, Al bien por la belleza a cargo de Fernando García Gutiérrez, S.J., el segundo, Creencia y vivencia: algunas claves poético-filosóficas de la escritura de José Luis Tejada, realizado por Jaime Siles y el tercero de José María Balcells titulado La fe sobre la duda.
Esta antología sigue el orden cronológico de las publicaciones, y termina con el poema inédito "Inquisitoria". A continuación se han incluidos los últimos estudios que promovió la Fundación José Luis Tejada. El primero, Al bien por la belleza a cargo de Fernando García Gutiérrez, S.J., el segundo, Creencia y vivencia: algunas claves poético-filosóficas de la escritura de José Luis Tejada, realizado por Jaime Siles y el tercero de José María Balcells titulado La fe sobre la duda.
    Llevo un reloj encima de mi pulso
    como si fuera cierto este latido.
    No lo miro: lo escucho. He traducido
    la letra de su voz:
           Tic, tac, qui-zas, qui-zas...
    Cuando se estanque esta corriente mía
    Dejarme esta fingida moneda sobre el pecho.
    -¡Pasar el Lago Grande, con la brújula,
    ya estéril, de mi duda! –
    Y que un arcángel blanco me libere
           de este "qui-zás" del Tiempo
           con el beso certísimo,
                                                    
    en mi frente,
                                                    
                             de Dios ...
    Ahora que pesa el corazón cansino,
    mohino de no andar ni amar por nada,
    ahora que la ilusión desalquilada
    reclama huella y sombra de inquilino.
    Ahora que ayuno de candeal y vino
    y cuelgan las arañas mi posada
    ahora es la hora para tu llegada
    al hostal de mi amor, Huésped divino.
    Aquí; sí, por aquí, conmigo, amarra
    la mula aquí. Por más que no la tienes...
    ¡Ay mis ojos descalzos por la aurora!
    Cierra por dentro y dame de esa jarra
    que hace antigua la sed. ¡Oh Dios que vienes
    ahora que huelga el corazón, ahora!
    " ... porque has sido fuerte
    contra Dios."
    (GÉNESIS)
    "Dios ha encerrado a todos
    los hombres en la rebeldía…” . (S. PABLO)
    Posible ser de quien no tengo
    más referencia que ignorarte.
    Si es que existes, que yo te vea;
    si eres verdad, que yo te aprenda;
    si eres amor, que yo te ame.
    Si eres agua, que yo te beba;
    si eres pan, que no haya más hambre;
    si vino, ya no más tristeza;
    si amigo, no más soledades.
    Si médico, no más enfermo;
    si maestro, ya no más cárceles.
    Si eres paz, ya no más violencia,
    ya no más guerra ni más sangre.
    Si realidad, ya no más sueño;
    si sueño, no más realidades.
    Si plenitud, no más vacío.
    Si último fin, que yo te alcance.
    Si fortuna, que no te pierda;
    si candela, que no te apagues.
    Si alegría, ya no más pena.
    Si eternidad, ya no más trance.
    Si caridad, no más justicia;
    si justicia, no más maldades.
    Pero si nada de eso eres
    más que el nombre de nuestra hambre,
    más que el fantasma que hemos hecho
    con nuestras ansias de encontrarte ...
    Si el buen Jesús de Galilea
    fue sólo un pobre caminante
    que dijo cuatro cosas bellas
    y murió sin más una tarde ...
    Si nunca has sido más que miedo,
    maquinación, quimera, fraude,
    hoy te pedimos que al fin seas
    el Dios de todos, porque acabes
    con tanta .lágrima sin culpa,
    con tanto huérfano sin padre.
    No hay más razón que amor ni hay más salida
    por la tangente: todas interiores.
    Dios habló de tinieblas exteriores
    y el trueque –yo por ti- mueve la vida.
    Hay que rasgar la cápsula encogida
    que nos define y nos da fin. Mayores
    cuanto más damos somos y mejores.
    Quien se niega a la entrega se suicida.
    Estás en los demás aunque no quieras
    y los demás en ti y aun Dios con todos
    trascendiendo tu nada con su abismo.
    Cuando te das se funden las fronteras
    y recibes muy más de todos modos.
    Pues todos son a darte y aun tú mismo.
    Algunas veces nos rozamos
    con el misterio de repente.
    Algunas veces vemos claro,
    por un instante solamente,
    para volver, desalumbrados,
    a la penumbra gris de siempre.
    Algunas veces una grieta
    brinda sus labios divergentes
    sobre la costra de la tierra
    como en un beso sin repliegues.
    Algunas, pocas veces, damos
    contra una estrella con la frente.
    Alguna rara vez, las cosas
    se abren de pronto, se comprenden
    y nos empinan la esperanza
    siquiera provisionalmente.
    No sabemos cómo sabemos
    todo de pronto algunas veces.
    Pero es lo cierto que la esfinge
    un día, incomprensiblemente,
    de ardua leona insoslayable
    se ha convertido en un juguete.
    Claro es que no todas las horas
    ni para todos, ciertamente,
    suena la música sagrada
    del carillón alto y celeste.
    Claro que es rara su armonía,
    claro que no todos la entienden
    y que es más ancha la tiniebla
    que este vislumbre intermitente...
    Pero, con todo, qué alegría,
    qué plenitud, qué complaciente
    se nos entrega en paz la vida
    abierta en flor de desnudeces
    cuando Dios sopla, dicta, inspira,
    algunas, pocas, raras veces.
    ¡Ah, toro de la muerte, bocinero,
    berrendo en sangre, cornilevantado,
    que me miras ligar, quieto y parado,
    mi faena de fe contra tu acero!
    ¡Embiste, pasa, siembra tu agujero
    en el traje carnal de mi costado,
    ahonda, romanea sin cuidado
    que por más que tú matas yo no muero!
    Con mi capa de sangre te encandilo.
    Tú desgarras mis prendas, hilo a hilo,
    hasta desjarretar toda tu presa
    que se te va en un quiebro, cielo arriba,
    nunca de tu cornada, siempreviva,
    aplaudida de Dios; desnuda, ilesa.
    ¡Esta vez si que estás! Como el granizo
    que, de niño, cogía en mi azotea
    concretísimo, esférico,
    casi ni blanco ya de tanto blanco
    y... ¡qué modo de arder de tanto frío!
    ¡Esta vez sí que no te irás!
    Y se abre al fin mi mano en flor de anhelos
    y ya no estás allí. Como unas lágrimas
    me resbalan la piel tres gotas tuyas
    tibias de mí.
                             Y a mí me queda un frío
    -¿Tu presencia? ¿Tu fuga?-
    en el cuenco del alma pensativa...
    Nominativo, Dios. El genitivo
    de Dios: Yo soy de Dios, la cosa es clara.
    Dativo, a, para Dios, yo nací para
    Dios y para su gloria escribo y vivo.
    Que me muevo hacia Dios, acusativo,
    si no fuera verdad no lo acusara
    y nadie, al saludarme, pronunciara
    ese “a Dios” que me torna transitivo.
    Vocativo, yo llamo a Dios a voces,
    con la boca: ¡Oh mi Dios! ¿No me conoces,
    si tengo ya tus casos declinados?
    Y ablativo, que tanto te hablo y nombro,
    cabe, con, por, tras ti, sobre tu hombro,
    y aun contra ti, por mor de mis pecados.
    En vano. Justamente con el derroche que supone
    regar una flor muerta,
    con toda la locura suficiente para acunar a un pájaro podrido,
    con la fiebre capaz de numerar las gotas del mar todo,
    con eso y más lo cierto es que hoy vengo hasta tus lindes,
    Dios que hiciste posible tanta culpa,
    audacísimo Artista que forjaste
    semejantes a ti, tus enemigos.
    Hasta tus bordes, dije, vengo yo a mendigarte un imposible
    porque a quién sino a ti puede pedirse tanto.
    Y es que no vayas contra tus hechuras,
    que no deshagas con tu dedo izquierdo
    lo que engendraste con el otro y nunca
    hagas trizas de sombra aquel espejo
    que azogaste tú mismo con polvillo de estrellas
    para sentirse aún más infinito.
    Porque engendraste para amar. ¿No acierto?
    para mirarte en frutos parenciales,
    para ensanchar tu oído imponente con gritillos minúsculos, ajenos,
    de musarañas no serviles, sino gustosas, libres y entregadas.
    ¿He dicho mal, Patrón?
    Y pizcaste a la Nada, tan eterna
    casi como tú mismo
    con tu pulgar fatídico, fosforoso y exento
    y con tu índice doblado al rojo blanco, trepidante,
    para que de la cruza de la Nada y tus dedos,
    del beso de esas dos eternidades,
    reventáramos ínfimos, pero conscientes y señores,
    a la gran playa de existir. ¿Estamos?
    Y algunos esgrimimos, esgrimieron,
    porque les fue posible y deseado,
    esa herramienta doble y de diez filos,
    y mientras con los cinco sentidos niños de su cuerpo
    cortaban la manzana de una dicha,
    ay, ocurrió que con los otros cinco,
    ciegos del alma y la ignorancia,
    rasgaban el pellejo de ese lago
    donde te miras y te encuentras todo.
    ¿Pero qué? Nunca nadie pensó, quiso,
    -¿Lo digo? Sí, lo digo pues lo siento
    y mentiría si callara-.
    Nunca nadie de veras pensó ni quiso hacerte daño,
    ir siquiera en tu contra,
    desbaratar tus filas de armonía.
    Nunca nadie, Maestro; yo respondo
    por todos, Tú respondes por todos. El responde
    por El y por nosotros, nunca nadie.
    Nadie nunca, ya digo, nunca nadie.
    ¿O alguien alguna vez? ¿Sí? ¿Tú lo crees?
    ¿Tú lo sabes, amigo? Yo pensaba
    que no merece el hombre tanto cielo
    ni tanto inf. .. ¿Te lo digo?
    Sí, lo digo, ni tanto, tanto infierno.
    Eso, ni tanto infierno, ya está dicho.
    Tan inmenso rechazo,
    esputo tanto y tan viscoso,
    portazo tan desesperante,
    «no» tan definitivo.
    Digo, porque si bien puede ser cierto
    que no supieron o quisieron
    tu bien, igual es cierto y muy más cierto
    que no tu mal quisieron ni sabían.
    ¿Cómo iban ellos a saber?
    Unos, porque tu hijo aún no hubo hablado;
    otros, porque después de hablar tu hijo
    ¿qué podía faltar a sus rescates?
    ¿Quién iba a poder más?
    Por todas estas cosas y otras más que no pongo
    es por lo que esta noche, en que nadie nos oye ni nos mira,
    me he parado a pedirte, no explicaciones, sino sangre,
    pues por lo visto falta sangre,
    hace falta aún más sangre,
    no fue bastante sangre
    la que lloró tu niño sobre todos.
    Y por eso yo ahora
    vengo a pedirte parte de la tuya,
    sí, de la esencia tuya;
    sólo la gota suficiente
    para que quede bien del todo
    limpia la plana y enmendada,
    todo cabo en sazón.
    Y no por ellos solos te lo pido
    sino también por ti y por mí, ya sabes.
    -Y que conste que no llamo a la Madre-.
    Antes por mí que necesito
    seguirte viendo en lo más alto
    puro y sin sombras, Capitán, perfecto,
    inmejorable y si no perdonaras
    podría mejorarte y sublimarte
    un último perdón definitivo.
    Y ayudarías a mi fe tan niña,
    tan indecisa y asustada entre
    un corazón de quien el mar es átomo
    y una espada de fuego ...
    Pero también he dicho y lo mantengo
    que lo pido por ti. Porque me consta
    que hay una nube en tu alegría
    no tan redonda ni perfecta, Padre,
    reconócemelo. (Nadie nos oye.)
    No tan redonda porque alguna grieta,
    mínima, pero grieta,
    labra sobre tu piel, MISERICORDIA,
    esa Madre del tiempo y de la lluvia,
    tu identidad, amigo, tu sustancia,
    tu manera de ser...
    Quien se resigne a perecer del todo
    perezca noramala, yo protesto
    si no hay nada mejor detrás de esto.
    Soy algo más que un salpicón de lodo
    y, pues que soy, seré. No me acomodo
    a jubilarme ni a ceder mi puesto
    de aprendiz de inmortal. Con Dios me acuesto
    y con Dios me he de alzar codo con codo.
    Deje de ser quien a ello sea conforme;
    no haya más vida para quien más vida
    no necesite. Yo sí necesito
    saciar mi sed desaforada, enorme,
    de eternidad, mi hambre desmedida
    de infinito elevado al infinito.
Contacto, info@poeta-joseluistejada.org
